sábado, 7 de junio de 2025

Una Luz Negra - Por Carlos Correa Acuña

Un largo plano de entrada. Silencio. Josefina -Patricia Rivadeneira-, ingresa a la casa. Sonido. Sugiere algo: una pista, una intención, un anuncio.

Jorge -Francisco Pérez-Bannen-, aguarda en el salón. Algo casual, una coincidencia, una búsqueda en internet. Su nombre coincide exactamente con el del hijo de Josefina. Ella lo confirma. Habría tenido 24 años; murió hace cuatro. ¡Hasta se parecen físicamente al revisar las fotos! ¿Habrá un hilo común? ¿Serán historias entrelazadas? Todo es misterioso.

Esta ópera prima de Alberto Hayden comienza con dos puntos altos: una clara intención de enfoques y una iluminación tenue y delicada. Las imágenes van progresando con el correr de los minutos y se intercalan con videos tomados desde un celular en movimiento. Se combinan y alternan de forma fluida; no sabemos su procedencia pero la imaginamos. El resto es cotidiano, muy cotidiano: un carrete de Jorge y su señora con una pareja de amigos; la casa vacía de Josefina; la oficina de Jorge; el deambular de Josefina.

¿Dónde va “Una Luz Negra”? O mejor dicho, ¿dónde quiere ir, qué busca, qué comunica? Las secuencias parecen inconclusas, solo breves pinceladas; nada se concreta, privilegia la introspección.

Un ejemplo. La secuencia central de la película, pasados sus treinta minutos, es extensa y silenciosa. Solo están los dos protagonistas. ¿Qué es lo que sucede allí? Es un encuentro, pero con cuadros largos y tomas estáticas. ¿Cuál es el sentido? Es muy difícil seguir una historia con tantos minutos sin diálogos, música o sonido.

El cineasta debutante y su equipo apelan constantemente a la capacidad interpretativa del espectador. Bajo mi perspectiva, presenciamos diferentes formas de representar la pérdida, de llevar el duelo. Josefina por su hijo; Jorge por su vida. Y es aquí donde surge una confusión. ¿Cuál es la historia? ¿La de ella o la de él? ¿La de ambos, o la del hijo que ya no está?

La película se divide. Primera parte, Jorge; segunda parte, Josefina. Y en el último tercio aparece la hija mayor, que ya no vive con ella, pero que la acompaña de vez en cuando. El incidente con los arrendatarios de su madre es solo anecdótico. ¿Aporta a la historia, o es más bien un cable a tierra de los problemas mundanos que tenemos que asumir tras una irreparable ausencia?

Quisiera insistir en la manera con que Alberto Hayden y Matias Baeza manejan su material. Eligen bien los planos, encuadran correctamente, intencionan las miradas y generan ambientes con iluminación detallista y cuidada. Pero, ¿qué quieren decir, qué quieren transmitir? Las metáforas no son sencillas y las imágenes propuestas resultan aún más difusas. En ese trayecto, la película pierde fuerza, se estira, promete, pero no llega a un puerto. Se basa en espacios y movimientos rodeados de silencio: recuerdo, ensoñación, presencia, espíritu.

Patricia Rivadeneira y Francisco Pérez-Bannen representan correctamente lo enigmático de sus personajes. Se expresan en la intimidad como entes diferentes y complementarios, pero chocan con un guion que funciona como una camisa de fuerza. Pasada la hora de metraje parece acercarse el final, sin embargo tal vez la cinta no está preparada para concluir. La melancolía se apodera de la pantalla. Incluso es posible observar al menos cuatro finales. ¿Será este? No. ¿Es este otro? Tampoco. Está bien, todo es interpretable y creo que los realizadores desean que la cinta continúe desarrollándose en nosotros. Cuidado con eso. Es posible, por cierto, pero podría convertirse en otra película, completamente distinta y, quizá, aún más difícil de interpretar.

Ficha técnica

Título original: Una luz negra
Año: 2024
Duración: 77 minutos
País: Chile
Compañías: Brisa Films S.A
Género: Drama
Guion: Alberto Hayden
Música: Iván Wyszogrod
Fotografía: Matias Baeza
Reparto: Patricia Rivadeneira, Francisco Pérez-Bannen, Vicente Pérez, Antonia Bannen, Manuela Oyarzún
Dirección: Alberto Hayden

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