Acordes iniciales misteriosos, bien orquestados, atmosféricos. ¿En qué época transcurre? ¿Cuál es el año? Claramente no es el presente. Una pareja concurre a la inauguración de un edificio muy alto. Es enorme, impresionante. Para ella es sorpresa; para él, la oportunidad de pedirle matrimonio. La altura se ve real. ¡Solo mirar la secuencia da vértigo! Pero en medio de la gran fiesta de celebración se desata un caos impresionante. ¡Gran apertura, visualmente muy bien hecha!
Luego de esa vibrante introducción, nos sumergimos en la historia de esta cinta, la sexta entrega de la exitosa saga “Destino Final”. Cincuenta y seis años después de los eventos que se muestran al inicio, la estudiante universitaria Stefani Reyes -Kaitlyn Santa Juana-, tiene una pesadilla recurrente con el colapso de la torre. Motivada por su compañera de habitación, Stefani viaja a su casa en busca de respuestas; en específico busca a Iris -Gabrielle Rose-, su abuela materna, quien vive en una cabaña fortificada en medio del bosque. Ella es la clave, es la protagonista de la pesadilla de Stefani, porque tuvo una premonición de lo que sucedería con el edificio y así logró salvar cientos de vidas. Pero el tema no quedó allí, porque, al evitar lo que estaba destinado a ocurrir, la muerte fue visitando a cada una de las personas protagonistas del suceso y a sus descendientes; además, no se quedará tranquila hasta acabar con todos.
Esta interesante propuesta para revitalizar la franquicia, conducida por Zach Lipovsky y Adam B. Stein, logra tomar el pasado y establecer conexiones presentes, de ahí su subtítulo “lazos de sangre”. Sin duda existen esos vínculos y explotarlos se convierte en el camino para relanzar una saga que, por momentos, pareció perder el rumbo.
Existe un famoso axioma, “la ley de Murphy”, que dice que lo que puede fallar, falla. Pues bien, acá hay un poco de esto, porque las cosas pasan por pequeños detalles. Una gotita de agua puede desencadenar una tormenta, o una diminuta moneda dar paso al infierno. Hay coincidencias y eso es notable. Justo pasa lo que no debería pasar y todo es similar; los patrones se repiten una y otra vez. Por otro lado, están las premoniciones que anticipan los eventos y que ayudan a salvar vidas, pero al mismo tiempo hipotecan el futuro de los “salvados”. Nadie está libre totalmente, porque si bien sortearon un capítulo, no han llegado al final del juego.
La película es explícita en mostrar muertes trágicas. Hay mucha sangre y son fuertes, al estilo “gore”. Pieles sensibles abstenerse, porque los aplastamientos y mutilaciones suceden unas tras otras. No acaban nunca. ¿Termina acá? El ciclo debería romperse… ¿O no?
En “Final Destination: Bloodlines” las historias son sencillas pero están bien entrelazadas. Los personajes son estigmatizados y sabemos lo que les va a pasar; es fácil anticipar lo que sucederá, pero aún así nos pegamos a la pantalla, tal vez pensando en una que otra variación que podría suceder. La cinta es ágil y entretenida, a pesar de bordear las dos horas de duración. Y resulta entretenida aunque repita la fórmula. ¿Habrá una nueva parte, la número siete? Solo dependerá de la taquilla y creo que le irá bien. Si va al cine, véala en IMAX, no se arrepentirá
Ficha técnica
Título original: Final Destination: Bloodlines
Año: 2025
Duración: 110 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: New Line Cinema, Practical Pictures, Inzide Media, The Fusion Media. Distribuidora: Warner Bros.
Género: Terror | Sobrenatural. Secuela
Guion: Guy Busick, Lori Evans Taylor. Historia: Jon Watts
Música: Tim Wynn
Fotografía: Christian Sebaldt
Reparto: Kaitlyn Santa Juana, Teo Briones, Richard Harmon, Owen Patrick Joyner, Anna Lore, Brec Bassinger, Tony Todd
Dirección: Zach Lipovsky, Adam B. Stein
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