La pasión de amor de dos jóvenes enamorados se interrumpe abruptamente. Es la guerra la que golpea la puerta, la obligación que tiene él de liderar una cruzada impostergable. Encomienda a su esposa al papa, pero las consecuencias del conflicto bélico son inevitables. Un sorpresivo ataque del enemigo trae la muerte consigo. Desesperado, el príncipe no sabe qué hacer. No quiere vivir, no quiere seguir adelante. Renuncia a todo, incluso a Dios. Y se transforma en vampiro; en el Conde Drácula.
Transcurren 400 años y el protagonista -Caleb Landry Jones-, aún no supera la pérdida de su amada Elisabeta -Zoë Bleu-. Convencido de su reencarnación, la busca con la ayuda de sus leales colaboradores. Nada. No hay rastros. Por otra parte, un estudioso sacerdote -Christoph Waltz-, cuya orden ha perseguido por siglos a los vampiros, llega a París alertado por la presencia de una joven que parece poseída.
Cuando Drácula recibe en su castillo a un joven abogado dedicado a los negocios se produce lo imprevisto. Curioso y atrevido, el visitante no obedece la instrucción de quedarse en su habitación por lo que el castigo que se le impone es la muerte. No obstante, un último deseo concedido por el anfitrión abre la puerta a una solución diferente. Los recuerdos inundan al vampiro y el invitado le comparte algo muy íntimo: pronto se casará con Mina, la mujer de sus sueños. El Conde, al ver el retrato, no lo puede creer. Es ella, es su amada que, tras una larga espera, efectivamente está viva.
El director francés Luc Besson se arriesga con una especial mirada sobre el vampiro más conocido del mundo. No es sencillo. Luego de tantas visiones e interpretaciones, crear algo diferente es un reto fantástico. Besson escribe también el guion, asumiendo, así, el desafío de entregar nueva vida al famoso libro de Bram Stoker.
La presente versión tiene a la estética como elemento principal. Todo lo gótico sobresale, con diseños particulares y una oscuridad transversal. Llaman la atención los decorados: un castillo medieval en medio de las montañas de Rumania, ornamentaciones vistosas, vestimentas cuidadas al detalle y coreografías grupales que por momentos se parecen a un musical. La música de Danny Elfman es una delicia. No solo acompaña, sino que, a través del empleo de motivos, es capaz de asociar personajes con características células melódicas.
La película gira sobre sí misma cuando Drácula se encuentra con Elisabeta. El pasado emerge lentamente alentado por el cortejo paciente y constante. Una cajita musical cierra el círculo. Los amantes se reencuentran y todo parece encaminarse hacia un final feliz, pero no debemos olvidarnos del sacerdote y del prometido de Mina. Son ellos la contraparte y están decididos a llegar hasta las últimas consecuencias.
Caleb Landry Jones resulta más sólido como Drácula que como príncipe, con una caracterización oscura y buena química con Zoë Bleu. La doble responsabilidad de la joven también funciona bien, porque debe dar cuenta de dos personajes en tiempos distintos y asumir características débiles y fuertes según el entorno en el que se encuentre.
Punto parte para Christoph Waltz. Actorazo en el papel que se le entregue. Domina la escena y se roba la pantalla en cada aparición, ya sea con la gestualidad de sus ojos, o bien a través de su particular ironía al momento de hablar. Un acierto su elección, además tomando en cuenta la modalidad elegida por Besson: un drama envuelto en capas delicadas de comedia negra con pequeñas dosis de terror.
“Dracula: A Love Tale” es finalmente lo que su título señala: una historia de amor. Con presencia del castigo y el sacrificio en pos de valores más trascendentes, la lucha contra la eternidad es el eje que se revela tras las capas lúdicas de la estructura formal. El desarrollo lineal aporta claridad al no ser necesario complicar una acción que fluye naturalmente al interior de una composición audiovisual sugerente y atractiva.
Un poco más de dos horas para una película distinta y que perfectamente pueden ver quienes se resisten, por diversas razones, a las historias de vampiros. Luc Besson intenta alivianar algunos estereotipos y buscar mucho más la humanización del archiconocido Conde Drácula. Bajo esa perspectiva, vaya que lo consigue en esta cinta entretenida, visualmente llamativa y que nos mantiene en estado de alerta durante todo su metraje.
Ficha técnica
Título original: Dracula: A Love Tale
Año: 2025
Duración: 129 minutos
País: Francia
Compañías: LBP Productions, Europa Corp, Actarus. Distribuidora: Leonine Distribution
Género: Terror. Drama | Vampiros
Guion: Luc Besson. Libro: Bram Stoker
Música: Danny Elfman
Fotografía: Colin Wandersman
Reparto: Caleb Landry Jones, Christoph Waltz, Zoë Bleu, Matilda De Angelis, Ewens Abid, David Shields, Guillaume de Tonquédec
Dirección: Luc Besson
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